¿De qué leches te culpas, barbateño?

A esta altura del relato, ya hay un montón de listos que han hablado.

Uno dice que en Barbate impera la narcocultura, y lo publica el tal listo en un diario de Madrid. Yo diría que no conoce esa bendita ciudad. El que ahora te habla conoce Madrid, y puede decirte que sin ser consumidor de drogas ha encontrado más drogas por metro cuadrado en Madrid que en Barbate, y mayor diversidad, y más problemas sociales.

Otro, mejor intencionado, dice que uno de los problemas más graves de nuestra juventud es el fracaso escolar, y en este nos vamos a detener. Quien escribe ha sido docente en la ciudad y en la Comunidad Autónoma de Madrid, y puede asegurarte que allí no es menor el fracaso escolar y son mayores los problemas.

Que la enseñanza pública no ha erradicado las diferencias de formación por el origen socioeconómico es una realidad, pero en Madrid existe un problema adicional que aquí es mucho menor, el de la aculturización (permítaseme el neologismo). Adolescentes nacidos en España que se identifican con la nación de la que proceden sus padres, sean estos marroquíes, peruanos, ecuatorianos, rumanos… o de ese pueblo sin patria que son los gitanos. Y estos, en los institutos de enseñanza secundaria, cultivan la segregación y se dividen en pandillas o bandas afines cultural e identitariamente. Ha sido en la Comunidad de Madrid, como profesor, donde he visto que niñas desde los doce años de edad de origen marroquí o gitanas dejan de acudir a los centros de enseñanza por deseo de sus familias.

Aculturización o aintegración, llámalo como quieras. Pero en esto los culpables no son ni los adolescentes ni sus familias, sino el Estado, que elabora una leyes educativas preciosas, cargadas de muy buenas intenciones (en apariencia) pero completamente ineficaces al estar alejadas de la cultura y las necesidades de aquellos a los que las dirige. Y baste esto, por no cansar, que hay mucho más por decir.

Así que, barbateño, deja ya de castigarte. ¿A quién tienes que explicarle tú que no eres uno de esos desgraciados? ¿Quién puede darte lecciones de ética, uno de esos señoritos de ciudad que no quiere ver que su casa la sostienen los indigentes que hay en cada esquina? ¿Los políticos que nos ningunean y limitan nuestro desarrollo, vengan o no a hacerse una foto?

Tenemos nuestros problemas, por supuesto, pero que no te nublen la vista esos tres opinadores que se forman juicios a la ligera. Ni te preocupes por ellos. Nosotros, a mirar por lo nuestro, y a trabajar como lo hicieron nuestros padres y abuelos incluso cuando vivían en un lodazal o en cuchitril lleno de niños.

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