¿Cuánta más vergüenza nos va a hacer pasar Molina?

Está el caso del pleno del día 6, y está el siguiente.

Qué imagen tan bonita. Qué bonito es estar todos de acuerdo. Un solo deseo, un solo corazón, una sola voluntad. Pero no es así, en la foto faltan los discordantes. Después del bochornoso episodio protagonizado por el alcalde, Miguel Molina, que menospreció la intervención de Maricharo Suárez en el pleno del pasado día 6 y que luego la expulsó sin dejarla manifestar su rechazo al acoso al que se siente sometida, todos los concejales del PSOE abandonaron la sesión.

Mala estrategia, señor Molina, para conseguir consenso, no se hace expulsando a quienes disienten. Pero el hecho anterior no parece ser casual, porque sigue con la estrategia.

En la primera concentración por los servicios públicos que hubo a la puerta del ayuntamiento antes de un pleno, Molina, que no soporta la crítica, quiso tomar la palabra. Y precisamente algo que reclamaban los manifestantes es que el alcalde, Miguel Molina, no atiende a las suyas ni aunque las presenten por registro. Así que aquel día, muy acertadamente, no se le dejó hablar a los manifestantes.

Desde entonces, cada mes, media hora antes de la sesión plenaria, misma concentración en el mismo lugar. Pobre Miguel, lo que debe sufrir.

Pues parece que sí, que sufre la crítica, y que su forma de mitigarla no es respondiendo a las peticiones de los manifestantes y dialogando con ellos, como haría cualquier persona sensata, sino echándolos del lugar. Eso es lo que hace, pues ahora, afirma el perfil de Facebook del Ayuntamiento, cada día con sesión plenaria, media hora antes, a la puerta del ayuntamiento, convoca él su propia manifestación.

Decíamos ayer que se nos acaban las palabras, pero no la vergüenza. ¿Cuánta más vergüenza nos va a hacer pasar nuestro alcalde?

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