Roberto Arlt en Barbate: “El Tercio” y Frasquita
No es noticia, que no es cosa de hoy, pero sí está de actualidad porque ayer lo refirió “El rincón del Lapo” y hoy hemos querido rescatar una de esas crónicas que escribió en Barbate en 1935. Pero vayamos por orden.
Roberto Arlt (1900-1942) es uno de los principales novelistas argentinos del siglo XX. Pero no es en esta faceta en la que lo traemos aquí, sino como cronista, de cuya labor dejó huella en diferentes publicaciones recogidas con el nombre en común de aguafuertes. Bajó el título de “Aguafuertes porteñas” escribía una columna en el diario bonaerense El Mundo entre 1928 y 1933. La única edición en España de parte de esos artículos la hizo en el año 2013 Libros de la Vorágine, precisamente bajo el título Aguafuertes porteñas. También encontramos en España Acqueforti brasiliane (Roberto Arlt ; traduzione di Alessandro Giannetti, Casimiro, 2022) y Aguafuertes : (andaluzas, marroquíes, gallegas, asturianas, vascas y madrileñas) (Roberto Arlt ; compilación e introducción de Toni Montesinos; Hermida Editores , 2015). Estas últimas son sus reportajes de viajes por el mundo para El Mundo. Los hecho en España y Marruecos más comúnmente se han recogido como Aguafuertes españolas en muy diferentes ediciones.
Roberto Arlt estuvo en España desde septiembre de 1.935 a finales de junio de 1.936, y es en este lapso cuando pasó por Barbate y dejó rastro en tres escritos, concretamente en octubre de 1935. Obviaré su desconsideración a mi abuela Frasquita (que en aquellas años no era una vieja y tenía cuatro hijas por parir: Presenta, Filomena, Juana y María Antonia) y os dejo aquí otro de sus relatos, recogido por picapicaweb.
Debido a que en Barbate no hay puerto, salvo un murallón, al amanecer las traineras que se encuentran semi flotantes en la playa de arena donde avanzó la marea, son empujadas agua adentro por los mismos pescadores. A veces el mar les cubre el pecho o la cintura. Así mojados salen a pescar.
Al regreso, la operación de embarrancar las trainera en la playa con el fin de sustraerlas a la fuerza de la marea que podría lanzarlas al mar, se lleva a cabo mediante la intervención de un equipo de singulares mozos de cordel, denominado «Tercio»
Los pescadores ignoran el origen del extraño nombre. En el «Tercio» no se le hacen al que se presenta preguntas indiscretas. Estos descamisados se alojan en las afueras de Barbate, junto a las colinas de sembradíos, entre chumberas y pinos, en un barrio constituido por heterogéneas construcciones de paja, latas, redes y tablas.
Integran el «Tercio» unos doscientos hombres, cuyo pecho lo cruza un correaje de lona o esparto. El terminal de semejante albarda se une a un cable de acero amarrado a la barca.
Para colocar la embarcación sobre la playa , se deslizan bajo la quilla rodillos de madera dura. Un capataz con un silbato dirige la maniobra. Cuando el oleaje impulsa hacia la costa la popa de la trainera, suena el silbato, los doscientos hombres hunden los pies en la arena, su cuerpo se dobla , crujen las coyunturas y la masa de quince toneladas avanza algunos pasos cuesta arriba en la playa.
El «Tercio» cobra colectivamente veinte pesetas por cada embarcación depositada en la arena de la playa. Dicha suma se reparte a partes iguales entre los doscientos hombres. Un día próspero cuarenta y cinco traineras son arrastradas a la playa lo que se traduce en un jornal individual de dos pesos argentinos.
Hace algún tiempo se pensó en sustituir a los hombres del «Tercio» por tractores, después por yuntas de bueyes, más tarde por un motor con cabrestante que arrollara el cable en un tambor, pero estas proyectadas innovaciones tropezaron con el rechazo del pueblo por lo que no se aplicaron y se abandonó toda tentativa de reforma.