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La fuente de los tres grifos

Quien esto escribe, no conoció la Fuente de los Seis Grifos cuando no había agua corriente en las casas y había que acudir a ella a lavar y a llenar bidones, garrafas o tinajas para beber, cocinar y asearse; pero ha conocido de sus hermanos que en la casa de la calle de la Oliva había un barril con una taza de la que todos, menos su madre, bebían torcido por intentar no beber de donde los demás; y de su madre, María Antonia Gandiaga Gil, el peregrinar cargada de crías para aguar y adecentar la ropa.

Me vais a perdonar que hoy dedique este "Cosas nuestras" a estas cosas mías y que lo clausure con un poema que hace ya algunos años dediqué a mi madre, María Antonia la de Abelardo, y en el que refiero a los Seis Grifos, hoy tres.

Pero no es cosa mía, sino de muchos, la tristeza de ver este espacio que tantas sufridas memorias nuestras encierra dejado en el olvido y la desmemoria. El agua corriente potable de barbate hoy es solo piedra y suciedad. Y no es el lamento por el espacio mismo, cuya fuente recuperó el Chato, sino por la falta de iniciativa municipal, de unos y de otros, para darle lustre a este rincón tan significativo de nuestro pasado y nuestro corazón. La iniciativa privada recuperó la fuente, la iniciativa privada pobló la plaza. La iniciativa pública les debe lustre.

Aquí el poema de ortografía rebelde.

ven mi garlochi ven junto a mi que cantabas

y te miraba feliz en tus trabajos y dias

aquel poco de sangre parado en tu cara como una verruga

se me antojaba faro que advierte el cercano refugio de la costa

y los rizos de tu pelo calidos abrazos

y tu voz y tu sonrisa la viva estampa de la felicidad

pero el tiempo se hilvana cosiendo los dias no siempre redondos

y en la colcha del tuyo que se hace a ganchillo y nunca termina

he visto bordados la muerte y el cancer

he visto tus pies camino a la fuente cargada de crios

y he visto tu espalda abierta del peso de crias y agua

y asi creo que nunca te escuhe cantar el barco velero cargado de sueños cruzar la bahia