Resaca es la “corriente marina debida al retroceso de las olas después que han llegado a la orilla”, así como el “limo o residuos que el mar o los ríos dejan en la orilla después de la crecida”, y el “malestar que padece al despertar quien ha bebido alcohol en exceso”, y la “situación o estado que sigue a un acontecimiento importante”. Eso dice el DRAE, y también “persona de baja condición o moralmente despreciable”, que no viene al caso. Dicho todo lo cual, a nadie le costará admitir que en Barbate, tras cinco días de feria, estamos de resaca.

Han venido a vernos y celebrar con nosotros amigos de toda España, y es que nuestra soledad hibernal lo es también de ellos, que están deseandito de que asomen dos rayos de sol para venir y soltar a los niños en la playa e hincharse de atún. Y se han ido, sí, tras cinco días de fiestas, y nos han dejado un pellizquito cogido en el corazón. Llamadlo resaca.

El residuo que nos queda es un pantalón por cepillar, ese último que no queremos tocar porque es muy pronto, porque tenemos cuerpo para más días de feria y pisotear zahorra, que no queremos volver de sopetón al asfalto irregular, a las aceras rotas, a las calles sucias por la guarrería de algunos y el viento de todos.

Y en fin, que no soy yo quien puede pensar hoy con claridad, que me pusieron algo en la Coca Cola que no sé lo que fue y me sentó fatal. Pero por si acaso lo volví a probar. Y a probar y a probar.

Lo que sí está claro es que han sido unos días de éxito para el pueblo, de nuevo ha sido nuestra cultura la que ha llamado la atención y ha tenido el foco. Enhorabuena, barbateños. Y hala, a las labores, que no hay resaca que pueda con vosotros.